Un año más volvemos a colaborar con la Doctora Cristina Galván, dermatóloga y vecina del municipio de Villanueva de la Cañada, en su proyecto de cooperación en Malawi. Allí va a poder llevar a cabo durante tres semanas una de las labores menos conocida de la cooperación médica: la dermatología.

 

Cristina, que ya estuvo el año anterior en la misma zona, confiesa: 

 “Al ir la primera vez pensaba que me iba a encontrar con dermatología tropical, es decir, enfermedades típicas de aquellas latitudes. Mi gran impresión fue enfrentarme con afecciones comunes en el mundo desarrollado pero que en estas zonas son de una agresividad y una gravedad fatales”.

 

Sarna, tiña, infecciones bacterianas, pitiriasis, lepra…todo un catálogo de enfermedades de la piel agravadas por la pobreza y la desnutrición. Falta de higiene, hacinamiento, carencia de calzado adecuado o desconocimiento son el caldo de cultivo para dolencias que en Occidente hace tiempo que dejaron de ser un problema sanitario.

 

A pesar de su experiencia como cooperante en otros proyectos que ha desarrollado previamente en el Sáhara, a Cristina más de una vez se le han caído las lágrimas cuando una madre destapaba delante de mí a sus hijos. Ella recuerda el caso de una muchacha, con una lepra incipiente, que renunciaba a las prescripciones médicas que hubieran podido curarla porque no tenía medios para pagarse el transporte hasta el hospital. Toda una vida desperdiciada por carecer de unas monedas.

 

A pesar de estas circunstancias tan difíciles, o precisamente por ellas, el balance que hace de sus experiencias no puede ser más positivo. Cristina cree que la eficacia del trabajo desarrollado allí “se nota muchísimo más”. Que aquellas personas se curen, se traten, se informen, hace que se ensanche el ánimo y que seguir valga la pena. “La satisfacción que te da lo poco que tú puedas hacer es enorme. Y darles a ellos la esperanza de que lo que tienen se puede solucionar, el hecho de que estén esperándonos…El cansancio, las incomodidades, alguna que otra frustración o el choque emocional se olvidan en cuanto recuerda las colas enormes que, “desde que amanece”, se forman en los hospitales al enterarse de que ha llegado el personal sanitario.

 

Por eso y por mucho más, ha decido volver con entusiasmo a una de las regiones más pobres del planeta.

Y por esto y mucho más, desde el IES Las Encinas queremos hacer partícipes a nuestros alumnos en este proyecto de Malawi, porque creemos que es necesario para su formación poder tomar conciencia de otras realidades, acercándoles a problemas que sufren otras personas  y haciéndoles entender que su contribución es fundamental para conseguir un mundo más humano.